miércoles, 18 de noviembre de 2009

español iberoamericano

Su ámbito no es del todo preciso. El Diccionario Panhispánico de Dudas define Iberoamérica como la región integrada por las naciones americanas que pertenecieron como colonias a los antiguos imperios español y portugués.[1] Según esta definición, Iberoamérica se referiría únicamente una región americana. Sin embargo, en la misma entrada, al definir el gentilicio "iberoamericano" se señala que, en ocasiones, y solo en ocasiones, puede usarse dicho gentilicio para incluir a lo relativo a España y Portugal. Por otra parte, en el plano político, cultural, científico y diplomático, las Cumbres Iberoamericanas han extendido el alcance del término a países, como Andorra, un país ibérico cuya lengua oficial es el catalán, aunque el español es la primera lengua hablada en el país, y cuenta con amplias minorías de población portuguesa.[2]

miércoles, 4 de noviembre de 2009

POESIA PRECOLOMBINA


La extensa y profunda tradición poética que España ha dejado en Hispanoamérica quizá sea uno de los motivos que lleva -a no pocas personas- a pensar que en nuestro continente la práctica de la poesía comienza a desarrollarse con posterioridad a la invasión española tras la llegada de Colón a América. Pero la realidad es distinta, aunque lamentablemente poco conocida, incluso por el público lector habitual.
Habría que comenzar diciendo que el poblamiento de América se inicia 35.000 años antes de nuestra era, aproximadamente, causado por hordas que cruzaron el estrecho de Bering. En Centroamérica las primeras civilizaciones datan de cerca del 1.500 a.n.e y los pueblos más representativos de éstas fueron los que conformaron los imperios Maya y Azteca. Civilizaciones de gran complejidad social y sentido religioso que practicaron una escritura jeroglífica. En cuanto a su alimentación, el cultivo del maíz fue de vital importancia. Más al sur, en la zona andina, destacó el imperio Inca cuyo régimen político era una especie de comunismo de Estado. Estos llegaron a extender sus dominios hasta el río Maule donde fueron detenidos por los Mapuche, pueblo que resistió la presencia de los españoles durante tres siglos. La historia de esta epopeya quedó testimoniada en el poema épico de Don Alonso de Ercilla y Zúñiga: "La Araucana".
En cuanto a la cultura, los pueblos precolombinos llegaron a alcanzar un gran desarrollo en áreas como la arquitectura, aritmética y astronomía. Esto principalmente en los imperios Maya, Azteca e Inca, pues a pesar de ser muchos los pueblos que poblaron la América Prehispánica, fueron éstos los que lograron hegemonizar a sus vecinos y someterlos, llegando a conformar grandes civilizaciones. Aunque no se puede desconocer el profundo aporte de los Olmecas (quienes fueron los primeros en crear una escritura jeroglífica en América), Zapotecas, Teotihuacanes, Toltecas, etc. En la América del sur los Chibchas y Quembayas dieron gestación a las culturas de la región de Colombia y los Quichuas formaron el imperio del Tahuantimsuyo (incaico) desde Quito –en el actual Ecuador- hasta el río Maule en lo que hoy se denomina Chile. Respecto a Norteamérica, es donde se han encontrado los vestigios más antiguos de cultura precolombina, especialmente en Arizona, Nuevo México y Nevada, pero que no alcanzaron el grado de civilización de sus vecinos de más al sur. De la poesía oral india de Norteamérica se ha podido tener conocimiento de, por ejemplo, la de los pueblos sioux, pawnee, y pápago, entre otros. Dice un poema de estos últimos: "¿Cómo empezaré mis cantos/ en la noche azul que está llegando?/ En la gran noche mi corazón saldrá afuera,/ las sombras vienen hacia mí sonando./ En la gran noche mi corazón saldrá afuera".
En cuanto a los textos precolombinos de los pueblos más desarrollados socialmente, no es mucho tampoco lo que ha quedado, aunque sí lo suficiente para hacerse una idea del concepto poético de estos pueblos. Esta poesía posee, principalmente, un fuerte sentido religioso de comunicación colectiva entre los hombres y sus divinidades, también encontramos, además de los textos sagrados, una cantidad de poemas educativos, líricos, épicos y eróticos, muchos de los cuales fueron transmitidos en forma oral y luego llevados a la simbología escrita. Los habitantes precolombinos dieron una importancia superlativa al cosmos, sacralizándolo incluso en sus manifestaciones orgiásticas y festivas, que no eran menores dentro de su cultura. La conservación de los textos se debe principalmente a los códices o libros en lengua autóctona escritos por los amanuenses más letrados. Muchas de las creaciones precolombinas, sobre todo las dramáticas, se cantaban y bailaban en las ceremonias rituales, eventos esenciales en el desarrollo cotidiano de estas sociedades.
Para este breve recorrido por la poesía precolombina nos basaremos fundamentalmente en las culturas azteca, maya, e inca, siendo la idea resaltar aspectos que, si bien pueden resultar generales, acerquen al lector, de algún modo, a la literatura practicada por nuestros antepasados más cercanos, permitiéndonos, a la vez, una especie de reencuentro con nuestras raíces prehispánicas.
Los Aztecas
Los aztecas fueron un pueblo que tomó muchos elementos culturales de los Olmecas (mencionados anteriormente); de los Zapotecas, que poseían un sistema de escritura que grabaron en pergaminos y piedra. De los Mixtecas, de los cuales se conservan códices pintados sobre piel de animales y de los Teotihuacanes cuyo legado religioso fue profundo. Fueron politeístas con un marcado antropomorfismo. En el aspecto lingüístico no pronunciaban la b, g, r y s. Usaban mucho los sonidos p, c, l y x, predominando el tl. Los poetas en esta cultura poseían un elevado rango que los ponía a la par con sacerdotes, nobles y príncipes. Algunos nombres que se conservan son los de Netzahualcoyotl, Tlacahuepan, Tozcuatectli y Tlatecatzin, entre otros. La mayor parte de la poesía azteca o Náhualtl es anónima y priman los poemas de corte místico donde la relación con la divinidad prevalece, tal como se expresa en este fragmento: "Y decían que a los primeros hombres/ que dios los hizo, los forjó de ceniza./ Eso lo atribuían a Quetzalcóalt, cuyo signo es el viento" (...) "Se cimentó luego el tercer Sol. Su signo era lluvia" (...) "Y decían que en él llovieron las pedrezuelas que vemos,/ que hirvió la piedra tezontle/ y que entonces se enrojecieron los peñascos", perteneciente al texto "Rito de los cinco Soles". Otro poema importante se titula "Poema de Quetzalcóatl y el nacimiento de Huitzilopochtli". Vale destacar unos singulares concursos de poesía llamados Huehuetitlan donde participaban los caudillos y guerreros. Estos fueron recogidos luego en los Cantares Mexicanos.

LA LINGUISTICA


La lingüística comparada
Será con la llegada del romanticismo cuando se produzca un importante resurgir de todo lo que tenga que ver con la cultura de los pueblos y de las naciones, con sus particularidades, y en consecuencia, con lo que pudiera significar la expresión del alma del pueblo. En este contexto, uno de los aspectos más apreciados será el de las lenguas nacionales como principal expresión del alma de los pueblos, de ahí el resurgimiento en esta época de abundantes estudios comparativos, etnográficos y descriptivos relacionados con la lengua. Las lenguas tienen vida, se quiere saber cómo son, por qué cambian, para qué se usan realmente, cuál es su origen. Se busca el parentesco entre las distintas lenguas, las leyes que expliquen las analogías, los elementos comunes y diferenciales, etc.
El descubrimiento del sánscrito significa todo un empujón en este sentido. En 1786, William Jones establece el parentesco del sánscrito con el latín, el griego y las lenguas germánicas. Posteriormente, en 1816, en una obra titulada Sistema de la conjugación del sánscrito, Franz Bopp comprendió que las relaciones entre lenguas parientes podían convertirse en una ciencia autónoma. Pero esta escuela, con haber tenido el mérito indisputable de abrir un campo nuevo y fecundo, no llegó a constituir la verdadera ciencia lingüística. Nunca se preocupó por determinar la naturaleza de su objeto de estudio. Y sin tal operación elemental, una ciencia es incapaz de procurarse un método.
El primer error, y el que contiene en germen todos los otros, es que en sus investigaciones -limitadas por lo demás a las lenguas indoeuropeas- nunca se preguntó a qué conducían las comparaciones que establecía, qué es lo que significaban las relaciones que iba descubriendo. Fue exclusivamente comparativa en vez de ser histórica; pero, por sí sola, no permite llegar a conclusiones. Y las conclusiones se les escapaban a los comparatistas, tanto más cuanto se consideraba el desarrollo de dos lenguas como un naturalista lo haría con el cruzamiento de dos vegetales.
Hasta 1870, más o menos, no se llegó a plantear la cuestión de cuáles son las condiciones de la vida de las lenguas. Se advirtió entonces que las correspondencias que las unen no son más que uno de los aspectos del fenómeno lingüístico, que la comparación no es más que un medio, un método para reconstruir los hechos.
La lingüística propiamente dicha, que dio a la comparación el lugar que le corresponde exactamente, nació del estudio de las lenguas romances y de las lenguas germánicas. Los estudios románicos inaugurados por Friedrich Diez -su Gramática de las lenguas romances data de 1836-1838- contribuyeron particularmente a acercar la lingüística a su objeto verdadero. Y es que los romanistas se hallaban en condiciones privilegiadas, desconocidas de los indoeuropeístas; se conocía el latín, prototipo de las lenguas romances, y luego, la abundancia de los documentos permitía seguir la evolución de los idiomas en los detalles. Estas dos circunstancias limitaban el campo de las conjeturas y daban a toda la investigación una fisonomía particularmente concreta. Los germanistas estaban en situación análoga; sin duda el protogermánico no se conoce directamente, pero la historia de las lenguas de él derivadas se puede seguir, con la ayuda de numerosos documentos, a través de una larga serie de siglos. Y también los germanistas, más apegados a la realidad, llegaron a concepciones diferentes de la de los primeros indoeuropeístas.
Un primer impulso se debió al americano William D. Whitney, el autor de La vida del lenguaje (1875). Poco después, se formó una escuela nueva, la de los neogramáticos, liderada por alemanes. Su mérito consistió en colocar en perspectiva histórica todos los resultados de las comparaciones, y encadenar así los hechos en su orden natural. Gracias a los neogramáticos ya no se vio en la lengua un organismo que se desarrolla por sí mismo, sino un producto del espíritu colectivo de los grupos lingüísticos. Al mismo tiempo se comprendió cuan erróneas e insuficientes eran las ideas de la filología y de la gramática comparada

La lingüística moderna
La lingüística moderna tiene su comienzo en el siglo XIX con las actividades de los conocidos como neogramáticos, que, gracias al descubrimiento del sánscrito, pudieron comparar las lenguas y reconstruir una supuesta lengua original, el protoindoeuropeo (que no es una lengua real, sino una construcción teórica).
Con estos precedentes y el impulso de la corriente estructuralista que se adueña de la metodología aplicada a las ciencias sociales y etnográficas, surge la figura del suizo Ferdinand de Saussure, quien señala las insuficiencias del comparatismo al tiempo que acota claramente el objeto de estudio de la lingüística como ciencia —a la que integra en una disciplina más amplia, la semiología, que a su vez forma parte de la psicología social—, a saber, el funcionamiento de los signos en la vida social, en su "Curso de Lingüística General", una edición póstuma de sus lecciones universitarias realizada por sus alumnos.
Lo fundamental del aporte de Saussure como padre de la nueva ciencia fueron la distinción entre lengua (sistema) y habla (realización), y la definición de signo lingüístico (significado y significante). Sin embargo, su enfoque —conocido como estructuralista y que podemos calificar, por oposición a corrientes posteriores, como de corte empirista— será puesto en cuestión en el momento en que ya había dado la mayor parte de sus frutos y por lo tanto sus limitaciones quedaban más de relieve.

Noam Chomsky
En el siglo XX el lingüista estadounidense Noam Chomsky crea la corriente conocida como generativismo. Con la irrupción de esta escuela de éxito fulgurante, puesto que las limitaciones explicativas del enfoque estructuralista eran evidentes, hay un desplazamiento del foco de atención que pasa de ser la lengua como sistema (la langue saussuriana) a la lengua como producto de la mente del hablante, la capacidad innata para aprender y usar una lengua (la competencia chomskiana). Según Chomsky, la capacidad de aprender una lengua es genética. Plantea una cuestión fundamental: el argumento de Platón: ¿cómo es posible que el ser humano aprenda un sistema tan complejo (basado en las jerarquías) a partir de estímulos tan pobres e incompletos? Es decir, la persona que ha aprendido una lengua es capaz de formular enunciados que nunca antes ha escuchado, porque conoce las reglas según las cuales los enunciados deben formarse. Este conocimiento no es adquirido mediante el hábito (sería imposible) sino que es una capacidad innata. Todo ser humano que nace ya lleva consigo esta capacidad, que es la Gramática Universal, reglas gramaticales que rigen a todas las lenguas por igual.
Toda propuesta de modelo lingüístico debe pues —según la escuela generativista— adecuarse al problema global del estudio de la mente humana, lo que lleva a buscar siempre el realismo mental de lo que se propone; por eso al generativismo se le ha descrito como una escuela mentalista o racionalista.
Tanto la escuela chomskiana como la saussureana se plantean como objetivo la descripción y explicación de la lengua como un sistema autónomo, aislado. Chocan así —ambas por igual— con una escuela que toma fuerza a finales del siglo XX y que es conocida como funcionalista. Por oposición a ella, las escuelas tradicionales chomskiana y saussuriana reciben conjuntamente el calificativo de formalistas. Los autores funcionalistas —algunos de los cuales proceden de la antropología o la sociología— consideran que el lenguaje no puede ser estudiado sin tener en cuenta su principal función: la comunicación humana. La figura más relevante dentro de esta corriente tal vez sea el lingüísta holandés Simon C. Dik, autor del libro Functional Grammar. Esta posición funcionalista acerca la lingüística al ámbito de lo social, dando importancia a la pragmática, al cambio y a la variación lingüística.
La escuela generativista y la funcionalista han configurado el panorama de la lingüística actual; de ellas y de sus mezclas arrancan prácticamente todas
Lingüística
Es una disciplina cuyo objeto de estudio es el . Se trata de una ciencia teórica dado que formula explicaciones diseñadas para justificar los fenómenos del lenguaje, esto es, el diseño de teorías sobre algunos aspectos del lenguaje y una teoría general del mismo. Cabe observar que la lingüística no es solo un saber teórico, es además una ciencia empírica que realiza observaciones detalladas sobre lenguas, en especial para confirmar o refutar afirmaciones de tipo general. En este sentido, el lingüísta como científico, habrá de aceptar el lenguaje tal como se observa y a partir de su observación, explicar cómo es. Su función no es ni la de evitar el "deterioro" de la lengua ni mucho menos procurar una "mejoría" . En efecto, no es trata de una ciencia prescriptiva sino meramente descriptiva.

La naturaleza del lenguaje humano
El término lenguaje en sentido amplio se aplica a diferentes sistemas de comunicación desde el simbolismo matemático hasta la notación musical. Suele discutirse si estos sistemas son o no lenguajes. Para resolver este dilema, se observa que los lenguajes creados para fines especificos no serían naturales. De esta manera, se restringe el campo de estudio de los lingüistas al terreno de los lenguajes "naturales".
El se caracteriza especialmente por su aspecto creativo, esto es la capacidad que poseería un hablante para combinar las unidades lingüísticas en conjuntos infinitos de oraciones, oraciones que a menudo son dichas por primera vez, esto es, no producidas por mera repetición.
Respecto a la naturaleza del lenguaje, es intresante la síntesis realizada por respecto a las diferentes visiones existentes:

El lenguaje según el estructuralismo
El lenguaje es un conjunto de fonemas y su función es la de ser un medio de comunicación. Las gramáticas describen y codifican lenguajes.
El lenguaje se encuentra en la cultura y por lo tanto, los universales lingüísticos son culturales.
La facultad del lenguaje está relacionada con otras facultades cognoscitivas y se adquiere a través del aprendizaje inductivo. En este sentido, la teoría del aprendizaje subyacente es optativa. las corrientes de la lingüística contemporánea. Tanto el generativismo como el funcionalismo persiguen explicar la naturaleza del lenguaje, no sólo la descripción de las estructuras lingüísticas.

literatura

Literatura
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La literatura es el arte que utiliza como instrumento la palabra. Por extensión, se refiere también al conjunto de producciones creadas de una nación, de una época o de un género (la literatura griega, la literatura del siglo XIX, etc) y al conjunto de obras que versan sobre un arte o una ciencia (literatura médica, literatura jurídica, etc). Es estudiada por la Teoría de la Literatura

Significado del término
En sentido estricto
En el
Diccionario de Autoridades (1734), Literatura es el conocimiento y ciencias de las letras. Etimológicamente deriva de la palabra latina LITTERA, que significa "letras". En el siglo dieciséis en España, Literatura designaba a los manuscritos legales, y a las artes y las letras. En el Diccionario de la Real Academia Española, (1992) el término se aplica al arte que emplea como instrumento la palabra, que comprende las obras con una intención estética. En el Diccionario de Uso del Español de María Moliner se define como el «arte que emplea como medio de expresión la palabra hablada o escrita» y, como segunda acepción, conjunto de obras literarias.
De acuerdo con el Diccionario Internacional de Literatura y Gramática Filosófica de Guido Gómez, la palabra literatura se refiere a los escritos imaginativos o de creación de autores que han hecho de la escritura una forma excelente de expresar ideas de interés general y permanente.
En sentido amplio
El conjunto de obras escritas de ficción con una finalidad lúdica.
Producciones escritas por autores–creadores y avaladas por la crítica literaria.
Clase de escritos que se distinguen por su belleza de estilo o expresión, su preocupación por la forma, a diferencia de los tratados científicos o trabajos en los que es prioritario el contenido sobre la preocupación estética.
Arte que crea belleza por medio de las palabras. Es una de las
Bellas Artes, junto con la Arquitectura, la Escultura, la Pintura, la Música, la Declamación y la Danza.
Conjunto de obras literarias producidas en una época: Literatura barroca, literatura romántica...
Bibliografía existente acerca de un tema específico.
Compendio de obras literarias de un país o de una nación a través de la historia .
En su más amplia acepción, por literatura se entiende todo lo relacionado con las letras, particularmente las escritas, y podría definirse como "el conjunto de la producción escrita"; "alles was geschrieben ist, ist literatur" (todo lo que esta escrito, es literatura).
La Literatura
En el
siglo XVII, lo que hoy denominamos «literatura» se designaba como poesía o elocuencia. Durante el Siglo de Oro español, por poesía se entendía cualquier invención literaria, perteneciente a cualquier género y no necesariamente en verso. A comienzos del siglo XVIII se comenzó a emplear la palabra «literatura» para referirse a un conjunto de actividades que utilizaban la escritura como medio de expresión. A mediados de la misma centuria Lessing, publica Briefe die neueste Literatur betreffend, donde se utiliza «literatura» para referirse a un conjunto de obras literarias. A finales del siglo XVIII, el significado del término literatura se especializa, restringiéndose a las obras literarias de reconocida calidad estética. Este concepto se puede encontrar en la obra de Marmontel, Eléments de littérature (1787), y en la obra de Mme. De Staël, De la littérature considéré dans se rapports avec les institutions sociales.
En
Inglaterra, en el siglo XVIII Literatura, la palabra «literatura» no se refería solamente a los escritos de carácter creativo e imaginativo, sino que abarcaba el conjunto de escritos producidos por las clases instruidas: cabían en ella desde la filosofía a los ensayos, pasando por las cartas y la poesía. Se trataba de una sociedad en la que la novela tenía mala reputación, y se cuestionaba si debía pertenecer a la literatura. Por eso Eagleton sugiere que los criterios para definir el corpus literario en la Inglaterra del siglo XVIII eran ideológicos, circunscritos a los valores y a los gustos de una clase instruida. No se admitían las baladas callejeras ni los romances, ni las obras dramáticas.[1] En las últimas décadas del siglo XVIII apareció una nueva demarcación del discurso de la sociedad inglesa. Eagleton nos cuenta que surge la palabra «poesía» como un producto de la creatividad humana en oposición a la ideología utilitaria del inicio de la era industrial. Tal definición la encontramos en la obra Defensa of poetry (1821) de Shelley. En la Inglaterra del Romanticismo, el término «literato» era sinónimo de «visionario» o «creativo». Pero no dejaba de tener tintes ideológicos, como en el caso de Blake y Shelley, para quienes se transformó en ideario político, cuya misión era transformar la sociedad mediante los valores que encarnaban en el arte. En cuanto a los escritos en prosa, no tenían la fuerza o el arraigo de la poesía; la sociedad los consideraba como una producción vulgar carente de inspiración.
La literatura se define por su literariedad

Don Quijote y Sancho Panza, personajes de Don Quijote de la Mancha.
En la búsqueda de una definición precisa de los conceptos «literatura» y «literario», surgió la disciplina de la Teoría de la Literatura, que empieza por delimitar su objeto de estudio; la literatura. A comienzos del
siglo XX, el formalismo ruso se interesa por el fenómeno literario, e indaga sobre los rasgos que definen y caracterizan los textos literarios, i. e., sobre la literaturidad de la obra. Roman Jakobson plantea que la literatura, entendida como mensaje literario, tiene particularidades en la forma que la hacen diferente a otros discursos; ese especial interés por la forma es lo que Jakobson llama función poética, por la que la atención del emisor recae sobre la forma del mensaje (o, lo que es lo mismo, hay por parte del emisor una voluntad de estilo). En efecto, hay determinadas producciones lingüísticas cuya función es únicamente proporcionar placer, un placer de naturaleza estética, en línea con el pensamiento aristotélico. El lenguaje combinaría recurrencias (repeticiones) y desvíos de la norma para alejarse de la lengua estándar, causar extrañeza, renovarse, impresionar la imaginación y la memoria y llamar la atención sobre su forma expresiva.
El lenguaje literario sería un lenguaje estilizado y trascendente, destinado a la perdurabilidad, muy diferente de la lengua de uso común, destinada a su consumo inmediato. La literatura, por otra parte, exige una tradición en la que sustentarse: El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha no habría podido escribirse si no hubieran existido antes los
libros de caballerías. Un texto literario no puede estimarse de forma inmanente y autónoma, sino como consecuencia de otros muchos textos y antecedente de otros (véase intertextualidad).
Wolfang Kayser, a mediados del siglo XX, planea cambiar el término «Literatura» por el de «Belles Lettres», diferenciándolas del habla y de los textos no literarios, en el sentido de que los textos literario–poéticos son un conjunto estructurado de frases portadoras de un conjunto estructurado de significados, donde los significados se refieren a realidades independientes del que habla, creándose así una objetividad y unidad propia.
El término literatura y sus adjetivos
Castagnino, en su libro ¿Qué es la literatura?, indaga sobre qué es literatura y cómo el concepto se extiende a realidades como la escritura, la historia, la didáctica, la oratoria y la crítica. Según Castagnino, la palabra literatura adquiere a veces el valor de nombre colectivo cuando denomina el conjunto de producciones de una nación, época o corriente; o bien es una teoría o una reflexión sobre la obra literaria; o es la suma de conocimientos adquiridos mediante el estudio de las producciones literarias. Otros conceptos, como el de Verlaine, apuntan a la literatura como algo superfluo y acartonado, necesario para la creación estética pura. Posteriormente, Claude Mauriac propuso el término "aliteratura" en contraposición a «literatura» en el sentido despectivo que le daba Verlaine. Todas estas especificaciones hacen de la literatura una propuesta que depende de la perspectiva desde la que se enfoque. Así, Castagnino concluye que los intentos de delimitar el significado de «literatura», más que una definición, constituyen una suma de adjetivaciones limitadoras y específicas.
Si se considera la literatura de acuerdo con su extensión y su contenido, la literatura podría ser universal, si abarca la obra de todos los tiempos y lugares; si se limita a las obras literarias de una nación en particular, es Literatura nacional. Las producciones, generalmente escritas, de un autor individual, que por tener conciencia de autor, de creador de un texto literario, suele firmar su obra, forman parte de la literatura culta, mientras que las producciones anónimas fruto de la colectividad y de transmisión oral, en ocasiones recogidas posteriormentem por escrito, conforman el corpus de la literatura popular o tradicional.
Según el objeto, la literatura será preceptiva si busca normas y principios generales; histórico–crítica si el enfoque de su estudio es genealógico; comparada, si se atiende simultáneamente al examen de obras de diferentes autores, épocas, temáticas o contextos históricos, geográficos y culturales; comprometida si adopta posiciones militantes frente a la sociedad o el estado; pura si sólo se propone como un objeto estético; ancilar, si su finalidad no es el placer estético sino que está al servicio de intereses extraliterarios.
Según los medios expresivos y procedimientos,
Castagnino propone que la literatura tiene como formas de expresión el verso y la prosa y sus realizaciones se manifiestan en géneros literarios, universales que se encuentran, más o menos desarrollados, en cualquier cultura; lírico, épico y dramático. Manifestaciones Líricas son aquellas que expresan sentimientos personales; Épicas, las que se constituyen en expresión de un sentimiento colectivo manifestado mediante modos narrativos, y Dramáticas, las que objetivan los sentimientos y los problemas individuales comunicándolos a través de un diálogo directo. A estos géneros literarios clásicos habría que añadir además el género didáctico. El fenómeno literario ha estado siempre en constante evolución y transformación, de tal modo que el criterio de pertenencia o no de una obra a la literatura puede variar a lo largo de la historia, al variar el concepto de “arte literario”.
Barthes: la literatura como práctica de escritura
Para
Barthes la literatura no es un corpus de obras, ni tampoco una categoría intelectual, sino una práctica de escritura. Como escritura o como texto, la literatura se encuentra fuera del poder porque en ella se está produciendo un desplazamiento de la lengua, en la cual surten efecto tres potencias: Mathesis, Mímesis, Semiosis.[2] Como la literatura es una suma de saberes, cada saber tiene un lugar indirecto que hace posible un diálogo con su tiempo. Como en la ciencia, en cuyos intersticios trabaja la literatura, siempre retrasada o adelantada con respecto a ella: “La ciencia es basta, la vida es sutil, y para corregir esta distancia es que nos interesa la literatura.” Por otra parte el saber que moviliza la literatura no es completo ni final. La literatura sólo dice que sabe de algo, es la gran argamasa del lenguaje, donde se reproduce la diversidad de sociolectos constituyendo un lenguaje límite o grado cero, logrando de la literatura, del ejercicio de escritura, una reflexibilidad infinita, un actuar de signos.
Referencias
Eagleton, Terry, Una Introducción a la Teoría Literaria, 29
Barthes, Lección Inaugural, pp. 120-124
Bibliografía
Fuentes bibliográficas de consulta
Aguiar e Silva, Vítor Manuel. Teoría de la literatura. Madrid: Editorial Gredos, S.A., 1972. pp. 10-13.
Barthes, Roland. Placer del texto y lección inaugural. México: Siglo XXI, 1986.
Eagleton, Terry. Una introducción a la teoría literaria. Bogotá: Fondo de cultura económica, 1988.
Diccionario de la Real Academia Española. "Literatura".
Moliner, María. Diccionario de uso del español. "Literatura". Madrid: Editorial Gredos, 1988.
Kayser, Wolfgang. Interpretación y análisis de la obra literaria. Versión española de María D. Mouton y V. García Yebra. Madrid: Editorial Gredos, 1992.
Mignolo, Walter. Dispositio. "La lengua, la letra, el territorio: La crisis de los estudios literarios coloniales". Department of Romance Languages, University of Michigan. Vol XI, Nos. 28-29, pp. 137-160.
Castagnino, Raúl H. ¿Qué es la literatura?. La abstracción "Literatura, naturaleza y funciones de lo literario". Buenos Aires: Editorial Nova, 1992.
Gómez de Silva. Diccionario internacional de literatura y gramática. "Literatura". México: Fonda de cultura económica, 1999.
Fuentes bibliográficas generales
Greimas, A. J. y J. Courtés. Semiótica: Diccionario razonado de la teoría del lenguaje. Madrid: Editorial Gredos, 1990.
Todorov, Tzvetan. Theorie de la littérature. Textes des formalistes ruses présentés et traduits par Tzvetan Todorov. París: Aux Éditions du Seuil, 1965 (edición española en Buenos Aires: Signos, 1970).
Derrida, Jacques. De la grammatologie. Paris: Les Éditions de Minut, 1967 (edición española en Buenos Aires: Siglo XXI Argentina, 1971).
Fokkema, W. y E. Ibsch. Teorías de la literatura del siglo XX. Madrid: Cátedra, 1981.
Welleck, R. y A. Warren. Teoría de la literatura. Madrid: Gredos, 1959.
Sartre, Jean–Paul. ¿Qué es la literatura?. Traducción de Aurora Bernández. Buenos Aires: Losada.