miércoles, 23 de septiembre de 2009

EL NEOCLACISCISMO


El neoclasicismo o estilo neoclásico fue un movimiento cultural, artístico y literario que se desarrolló desde mediados del siglo XVIII hasta las primeras décadas del siglo XIX, en que después fue sustituido por el Romanticismo. Su origen viene de la reacción ante los "excesos" del barroco en el arte y especialmente el abuso decorativo de su última fase: el rococó. El neoclasicismo significó una vuelta a los contenidos grecorromanos y se buscaba nuevamente el equilibrio y la armonía entre los diferentes elementos.
En
Hispanoamérica, tuvo gran influencia en la cultura y política. Creo gran interés por la libertad y la suerte de sus pueblos; las ideas liberales de lucha contra la tiranía y la intolerancia. Varias de las manifestaciones reconocidas son la poesía neoclásica y la poesía gauchesca que se originó más tarde.
Características y manifestaciones
El neoclasicismo en general es la recopilación de todas las escuelas literarias en la cual todo el mundo vivía en paz y todos eran lo suficientemente sabios para asumir su oscurantismo e igualdad.
El neoclasicismo trató de imitar a los
griegos y romanos. Su principal característica es la belleza fría y sin alma. La sátira y la burla identificaban la prosa y el verso; algunos críticos nombraron esa literatura como prerrevolucionaria, por su intención y por haber antecedido a las guerras de la independencia americana. Todo esto se generó cuando comenzaron las críticas contra las autoridades que representaban la corona española.
La poesía neoclásica se distinguió principalmente por su lírica de contenido ligero, con temas sobre el amor, mitología, asuntos bíblicos, civiles y progresistas. También por el renacimiento de la
fábula, el epigrama y otras composiciones festivas y moralizantes, introducción del paisaje y de personajes locales, incluyendo la flora y la fauna. Auge de la poesía patriota, en forma de odas e himnos heroicos, sobre hechos de las guerras de la independencia.
Además una entrada al léxico poético de voces regionales o populares y la aparición en el
Río de la Plata de la poesía gauchesca, que se explicará más adelante. Hubo también una poesía revolucionaria, aunque de valor estético limitado. Ésta celebraba los triunfos de las armas americanas, enaltecía a los héroes de la guerra, promovía el entusiasmo nacional y atacaba a España, sus hombres y sus actos. Esta poesía se ha recogido en cancioneros, y algunas de las composiciones son anónimas, mientras que otras aparecen firmadas.
En la prosa, los fenómenos fueron los siguientes: el surgimiento del periodismo político, social y económico, como medio de difusión de la nueva ideología y revolución. Una preferencia por los ensayos, proclamas, historias y discursos; el nacimiento de la verdadera novela realista hispanoamericana en
México José Joaquín Fernández de Lizardi. Un ejemplo de este género son los himnos nacionales escritos en este estilo. Aunque el periodismo fue la actividad literaria más inmediata y directa, la prosa revolucionaria es riquísima en memorias, autobiografías, cartas, discursos, artículos, ensayos, panfletos y traducciones. En el teatro, sin embargo, no hubo grandes novedades. Se representaban las comedias y tragedias del repertorio clásico español. Hubo, con todo, intentos de teatro popular, que pueden considerarse como los precursores de los teatros realistas locales. El monólogo o unipersonal tuvo bastante auge en esos momentos.
Los temas preferidos por los neoclásicos hispanoamericanos fueron de libertad y progreso inspirados por los generales
Simón Bolívar, Sucre y José de San Martín. El máximo representante de la época es José Joaquín Olmedo (1780-1847), ecuatoriano que compuso una famosa obra que elogio a Simón Bolívar La victoria de Junín. También está José María Heredia (1803-1839), cubano y humanista, autor de dos célebres odas: En el teocalli de Cholula y Niágara.
Poesía Gauchesca
Una manifestación importante de la época fue la poesía gauchesca, que fue un género escrito por lo general en lenguage rústico y tiene como artista principal el
gaucho. Este fenómeno literario, cultural y social es propio del Río de la Plata, en Argentina y Uruguay. Fue el uruguayo Bartolomé Hidalgo (1788-1823) al que se considera iniciador del género. Entre sus obras podemos citar Diálogos patrióticos o sus Cielitos. La poesía gauchesca nace hacia el siglo XVIII en el Río de la Plata, su difusión llega al último tercio del siglo XIX.
Refleja actitudes politicas de santiago y nerley como el culto por las armas, la habilidad del jinete y el sentimiento de libertad. Para algunos críticos, la antigua poesía tradicional y anónima de los gauchos tiene una base española popular (romances, coplas, canciones), ingresada en el Río de la Plata con los conquistadores y colonizadores, la cual fue repitiéndose de boca en boca, adaptándose a la realidad americana, hasta llegar a convertirse en la poesía de los gauchos argentinos. Los gauchos son los protagonistas de los poemas gauchescos y de las obras en prosa del mismo género. Acerca de este ejemplar social y humano, y de su papel histórico y su psicología, se ha debatido bastante, y se han escrito numerosas obras, ya sea para enaltecerlo o denigrarlo.

Orígenes del neoclasicismo


Con el deseo de recuperar las huellas del pasado se pusieron en marcha expediciones para conocer las obras antiguas en sus lugares de origen. La que en 1749 emprendió desde Francia el arquitecto Jacques-Germain Soufflot, dio lugar a la publicación en 1754 de las Observations rhtrt, una referencia imprescindible para la formación de los artistas neoclásicos franceses. En Inglaterra la Society of Dilettanti (Sociedad de Amateurs) subvencionó campañas arqueológicas para conocer las ruinas griegas y romanas. De estas expediciones nacieron libros como las Antigüedades de Herculano (1757-1792) financiada por el Rey de Nápoles (luego Carlos III de España), que sirvieron de fuente de inspiración para los artistas.
También hay que valorar el papel que desempeñó
Roma como lugar de cita para viajeros y artistas de toda Europa e incluso de América. En la ciudad se visitaban las ruinas, se intercambiaban ideas y cada uno iba adquiriendo un bagaje cultural que llevaría de vuelta a su tierra de origen.


La villa romana se convirtió en un centro de peregrinaje donde viajeros, críticos, artistas y eruditos acudían con la intención de ilustrarse en su arquitectura clásica. Entre ellos estaba el prusiano Joachim Winckelmann (1717-1768), un entusiasta admirador de la cultura griega y un detractor del rococó francés; su obra Historia del Arte en la Antigüedad (1764) es una sistematización de los conocimientos artísticos desde la antigüedad a los romanos.


Para Winckelmann la obra de arte es producto de un determinado contexto histórico que debemos imitar. En su libro llama la atención sobre todo la idea de que las obras de arte son susceptibles de producir sentimientos en el espectador; a la vez que define un concepto racional y científico del ideal estético, introduce el sentimiento como motor para captar la belleza. Considera que el ideal de belleza es el arte griego por su noble sencillez y su contención en la forma de plasmar las pasiones humanas; este concepto tuvo una notable influencia en la manera de representar de los artistas neoclásicos.


En Roma también trabajaba Giovanni Battista Piranesi (1720-1778); en sus grabados, como Antichitá romana (1756) o Las cárceles inventadas (1745-1760), transmite una visión diferente de las ruinas con imágenes en las que las proporciones desusadas y los contrastes de luces y sombras buscan impresionar al espectador.






El trabajo está cargado de simbolismo: la figura en el centro representa la verdad rodeada por una luz brillante (el símbolo central de la iluminación). Dos otras figuras a la derecha, la razón y la filosofía, están rasgando el velo que cubre verdad. La Ilustración representaba el deseo de los filósofos de la época de racionalizar todos los aspectos de la vida y del saber humanos. Vino a sustituir el papel de la religión (como organizadora de la existencia del hombre) por una ética laica que ordenará desde entonces las relaciones humanas y llevará a un concepto deísta de la verdad.


Un ejemplo de este intento es la publicación de La Enciclopedia (1751-1765), de D'Alembert y Diderot, obra clave de este movimiento.


Ilustración y enciclopedismo quitan al dios cristiano Yahveh del centro del universo y ponen en él al hombre, potenciando el progreso industrial y científico y todo aquello que pudiera contribuir a la mejora de sus condiciones de vida.


En el campo de las artes la Ilustración lleva a un proceso de inmoralización, rechazando el estilo rococó como frívolo y decadente. La aparición de una pujante clase burguesa, con unos ideales enfrentados a los de la aristocracia, principal consumidora del arte rococó, activa el proceso de regeneración de la sociedad a través de las artes.


Quizá el rasgo más característico de la influencia de la Ilustración en las artes, sea el deseo de que sirvan de instrumento educativo; ya no deben contribuir a exaltar el poder de la iglesia o de la monarquía, sino ser reflejo de las virtudes cívicas. El carácter moralizante adjudicado a las artes hizo que cambiara el papel del artista que de artesano pasó a ser interprete de los valores cívicos. Así los talleres artesanales fueron sustituidos por las Academias que racionalizaron el aprendizaje del artista y difundieron el nuevo estilo. En la segunda mitad del siglo XVIII se establecieron academias en toda Europa que daban una formación clásica a sus alumnos y les concedían becas para estudiar en Roma las ruinas del pasado.


El sentido didáctico de las artes propició el nacimiento de exposiciones y museos que mostraban al público en general, y no sólo a un grupo de eruditos, las diferentes etapas de la historia del arte. En París se abrieron en 1750 algunas salas del Palacio del Luxemburgo para que se pudieran admirar las pinturas, pero fue el Museo Británico de Londres (1753) el primer museo que se creó ex profeso para tal fin dando paso a instituciones similares en toda Europa.

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